Reflexionar. Actuar. Transformar.
Mar 26, 2020
Para ambos, Paulo Freire y Amartya Sen, la libertad es la esencia del bienestar. Uno no puede existir sin el otro. Esta premisa también es adoptada por el Semáforo e integrada a sus diferentes actividades.
A través del proceso de adaptación, el Semáforo considera los valores y creencias de las personas que utilizan esta herramienta de auto-evaluación. Antes de diseñar la encuesta, se pregunta a los participantes qué significa vivir en pobreza en su contexto socioeconómico, de esta manera teniendo en cuenta sus historias e identidades para adaptar una encuesta del Semáforo que refleje sus experiencias de pobreza y bienestar.
Los programas de eliminación de pobreza no deben construirse sin las personas a quienes pretende ayudar. Los enfoques de arriba a abajo no pueden producir un efecto duradero, puesto que no buscan empoderar a las personas para que ellas mismas encuentren una solución o para activar su potencial innato. En la mayoría de los casos, una vez que estos programas terminan, su impacto comienza a disminuir rápidamente. Por esta razón, el Semáforo no sólo tiene en cuenta las experiencias de aquellos con quienes trabajamos, sino que también permite a las personas alcanzar la concientización.
La concientización, según Paulo Freire, es la conciencia crítica que precede a la acción. La autoevaluación sirve como un medio para que las personas reflexionen sobre sus condiciones de vida. Permite a las familias identificar sus propias limitaciones y obstáculos, pero también las acciones que se pueden tomar para transformar esa situación. En el contexto de eliminación de pobreza, las privaciones no son un conjunto de parámetros establecido que las personas llegan a experimentar, sino más bien desafíos que alientan a las personas a lograr una vida mejor. Siguiendo este principio, la reflexión que el Semáforo propone a las familias no es una práctica sin compromiso, sino una práctica intencional que busca encontrar estrategias para trascender y superar la pobreza.
Se invita entonces a las familias a reflexionar, actuar y transformar sus vidas y los sistemas que las rodean.
Esto toca profundamente el hecho de que antes de actuar, las personas crean su propio plan de acción e identifican cuáles son las herramientas más adecuadas para servirles en su propósito. La mayoría no sólo anticipan el trabajo a realizar, sino también a aquello que desean lograr. De la misma manera, los indicadores del Semáforo se construyen para ayudar a las familias a identificar cuáles son sus condiciones actuales y qué medidas pueden tomar para mejorarlas.
Por este motivo, las encuestas del Semáforo no sólo se utilizan para alimentar las bases de datos de las organizaciones asociadas, sino también permanecen con las familias después de que terminan su autoevaluación. La información es poder, y las familias pueden utilizar sus propios datos para comprender diferentes aspectos de sus vidas y planificar sus siguientes acciones, considerando las privaciones como problemas a resolver y no como realidades inamovibles.
Esto es lo que separa al Semáforo de otros programas de eliminación de la pobreza, puesto que trabajamos en el empoderamiento de las familias y en darles las herramientas para desarrollar una agencia crítica. Una vez finalizado el programa, nuestro objetivo es que las familias sigan cuestionando y desafiando las razones de sus condiciones de pobreza y tomando acciones conscientes para transformarlas.
Las familias que trabajan con el Semáforo tienen la capacidad de comprender las causas fundamentales de sus privaciones y decidir cuáles son las mejores estrategias para afrontarlas. Esta metodología también fomenta el intercambio de conocimientos entre las personas. Las respuestas individuales a las condiciones de pobreza sólo pueden transformar hasta cierto límite, pero el conocimiento y las acciones colectivas pueden abordar los problemas estructurales que experimentan las familias que viven en una misma comunidad.
Para el Semáforo, las familias y las comunidades son participantes valiosos en el proceso de eliminación de la pobreza. Son los verdaderos protagonistas de estrategias exitosas para abordar este problema mundial. El papel de las organizaciones en la metodología del Semáforo es ayudar a las familias en su propia búsqueda de mejores condiciones. Este enfoque de abajo hacia arriba, centrado en la agencia crítica y colectiva, es lo que hace posible que las personas consigan generar cambios positivos en sus sistemas.
Friere concibió las escuelas como espacios críticos en los cuales los estudiantes serían empoderados para actuar. El Semáforo toma prestada esta praxis para empoderar a las familias a fin de abordar la pobreza multidimensional desde la raíz. Al desarrollar las habilidades necesarias para desafiar su situación actual, identificar los problemas fundamentales y las acciones que pueden mejorarla, las familias están preparadas para abordar no sólo los problemas actuales, sino también aquellos que pueden presentarse en el futuros, asegurando que el impacto del Semáforo viva más allá de su implementación.